RITA LUNA (1770-1832)

Rita Luna, nombre artístico de Rita Vidal Alfonso García, nació en Málaga en 1770, en el seno de una familia de actores aragoneses de la que nacieron tres hijas: Josefa, Rita y Andrea. Su padre, Joaquín Alfonso y Royo, era descendiente de una familia ilustre de Oliete, Teruel, pero tanto él como su esposa, Magdalena García, dedicaron sus vidas al teatro, algo que recogerán también sus tres hijas.
    Muy pronto, Rita, educada por grandes maestros, se trasladó a Madrid, donde se convirtió en una de las más importantes actrices de la mitad del XVIII y principios del XIX. Rita, a pesar de sus pocos años y escasísima experiencia, reveló, desde su primera salida a los escenarios, las grandes cualidades que reunía, y comenzó a recibir entusiastas y merecidos aplausos, al representar con notable acierto varias comedias de nuestro tan bello como difícil teatro clásico, en las que supo dar grandes muestras de sus brillantes cualidades artísticas.
     En sus inicios, se especializó en la representación de comedias del teatro clásico español, obteniendo pronto un gran éxito que le hizo ser contratada por la Compañía de los Reales Sitios, y contar con la admiración y protección del conde de Floridablanca y otros miembros de la aristocracia. Poco después ingresó en la Compañía del Corral del Príncipe, donde comenzó su rivalidad con la gran actriz del momento, María del Rosario Fernández, más conocida como "La Tirana". La competencia de ambas artistas por el favor del público de la corte madrileña fue uno de los mayores atractivos del teatro español del siglo XVIII, y se acentuó cuando Rita pasó al Teatro de la Cruz.
     Rita Luna, dotada de elegancia y expresividad, contó con el favor de la aristrocracia y de la crítica y dominó en los escenarios madrileños, una vez eclipsada "La Tirana". Al igual que ésta, fue retratada por Francisco de Goya en dos ocasiones, aunque posteriormente ella misma destruyó uno de los cuadros. Representó con éxito las más importantes obras de los clásicos del Siglo de Oro: Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Lope de Vega, etc. En 1806, en pleno apogeo de su carrera, anunció su retirada de la escena por causas que no son conocidas. Sus contemporáneos atribuyeron esta decisión a una profunda melancolía originada por un desengaño amoroso, aunque hay otras teorías como la mala relación con el Corregidor de Madrid
      Se cometa que solía decir que estaba dispuesta a casarse con quien la retirara de las tablas. A su pesar, permaneció soltera. Bella, agraciada y solicitada en matrimonio por numerosos actores, nunca se quiso casar y, al parecer, tuvo alguna pasión no correspondida que amargó sus últimos años, que pasó voluntariamente recluida y practicando numerosas obras pías y de caridad. Rita pertenecía a la Cofradía de la Virgen de la Novena o del Silencio, como la mayoría de los actores y literatos de Madrid.
    Durante la invasión francesa, se trasladó a Málaga, alejándose del bullicio de la corte y de las continuas propuestas para que retornara a los escenarios. Retirada totalmente del teatro (llegó a destruir todos los recuerdos de su época de actriz) y percibiendo sólo el importe de la jubilación que le había concedido el Ayuntamiento madrileño, en 1821, se instaló en el Pardo junto a su madre y su hermana Josefa. Murió en Madrid en 1932, después de llevar una vida austera, siendo reconocida como una de las mejores intérpretes del teatro clásico español.


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